Recuerdo que de niño, percibía sensaciones magníficas, diferentes, te ilusionas de verdad con las cosas. No me siento hoy al 100 de inspiración, es más, no considero ni llegar al 75%. Pero, ¿por qué?
Siempre me pregunto: ¿por qué tengo qué seguir creciendo? No me gusta crecer. Antes el sistema no se metía tanto en mi vida. Antes, la gente no mentía, no intentaba aparentar nada, no intentaba competir contigo y si era el caso, era por un simple juego de "las traes".
Te enamoras, te enamoras de verdad. Después te mienten... Y te das cuenta que "el amor" no es todo lcolor de rosas. Es más, llega a tornarse de los colores más oscuros. Y vuelves a donde empezaste... Sólo quieres un abrazo, como cuando desde recién nacidos "manoteamos", abriendo y cerrando las manos, como si pidiéramos algo.
Te caes, y te levantas porque te levantas. Así el mundo esté en tu contra, tu mismo sistema y alma te obligan a, de alguna manera "levantarte de la caída".
No estoy deprimido por lo mismo, porque, así como tú que estás leyendo esto, he aprendido a "quitarle las rueditas a mi bici" o mejor dicho: "la vida a la de a huevo le quitó las rueditas a mi bici". En fin, me sigo cayendo de la bici, con la esperanza de que en un buen tiempo, llegue a ser todo un profesional de BMX (acrobacias en bicicleta extremas).
Podría estar haciendo tarea ahorita, jugando, hablando por whatsapp. Pero, tenía que escribir algo, en verdad, sólo las palabras que venían a mi de la nada.
Hay puntos en la vida "claves", en donde, por alguna razón, pedaleas en la bici y todo sale bien. Das vuelta, aceleras, frenas, esquivas cosas, etc. Si tan sólo pudiéramos potencializar esa sensación para casi siempre andar "perfectos", ya no sería tan especial. Es todo un círculo vicioso.
Pero es mágico, mágico cuando tu controlas al 100 la bici, controlas al 100 la vida. Te sientes pleno, sólido, puro, perfecto...
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